A poco más de un año de la polémica ordenanza municipal que estuvo al borde de terminar con la vida de miles de animales callejeros, las esquinas de nuestra ciudad siguen habitadas por estos fieles custodios: los perros. Una ciudad que parece no encontrar el camino para controlar la superpoblación canina, un problema que afecta a muchos, a costa de la falta de responsabilidad de unos pocos.
La ciudad de Neuquén tiene hoy unos 30.000 perros sueltos, cifra que adquiere más fuerza aún si se tiene en cuenta que la Dirección de Zoonosis y Vectores cuenta apenas con 100 caniles de alojamiento canino, lo que equivale a la misma cantidad: 100 perros.
El ritmo con el que ingresan perros a la “perrera” es el mismo que con el que se van: entre uno y dos perros son adoptados por día, lo que significa un número muy bajo de recambio de los animales. El espacio físico es rigurosamente limitado en Zoonosis, y de esta manera quedan a la intemperie miles de perros que viven en la calle.
Todo ello supone un riesgo para las personas que circulan a diario por las calles y se cruzan constantemente con estos animales, aunque suele tildárselos erróneamente de animales necesariamente peligrosos.
“Son más peligrosos los perros que están sueltos y que tienen dueño, que los perros vagabundos”, asegura la Dra. Silvina Galera del Centro Veterinario Patagónico de Neuquén.
Aquellos que viven en la calle son motivo de las denuncias que se reciben a diario en la ciudad, en su mayoría por mordeduras. Muchas veces también atacan a otras mascotas que van con sus dueños, provocando en ocasiones serios daños. Además, son fuente de enfermedades como la hidiatidosis (muy poco frecuente), leptospirosis, y distintos otros tipos de parasitosis.
Pero en el caso de los ataques, resulta curioso decir que la mayoría de los perros que están en la calle y atacan o provocan un accidente tienen dueño, reafirmando lo que sostiene la Dra. Galera.
En este punto, desde la Dirección de Zoonosis y Vectores de Parque Industrial sostienen que “la mayor parte de las denuncias por ataques o mordeduras involucra a animales con dueños poco responsables, pudiendo éste ser sancionado y el perro vuelve a su hogar”. Pero en el otro caso, los que viven en la calle no corren con la misma suerte: son capturados por la perrera y enviados a eutanasia, esto es, la muerte por medio de la llamada “inyección letal”. De esta forma se desmitifica la idea de que la captura se realiza “a mansalva”, pues se requiere de una denuncia previa, aunque la medida extrema de quitarle la vida al animal no deja de ser comovedora. Esto está contemplado por la Ley de Control Canino, regida por la ordenanza 11036, que avala en a la eutanasia en sus 16 artículos, por lo que se está en lo correcto si se piensa a la ciudad de Neuquén como un “municipio eutanásico”, como lo calificó Federico Alfieri de Zoonosis.
Entonces en Neuquén, ¿todos los perros van al cielo?. Pareciera que los que viven en la calle y cometen alguna “infracción” tienen esa única alternativa. A veces tan drástica la cuestión de la “pena de muerte” hacia los caninos, que conmociona a un país entero. Vale recordar aquí la normativa aprobada hace poco más de un año en la ciudad mediante la se autorizaba a Salud Pública a sacrificar a más de 100.000 perros callejeros pretendiendo controlar así un brote de leptospirosis (una enfermedad infecciosa que se transmite por medio del contacto con la orina de ratas, perros, cerdos y vacas).
La medida había sido impulsada por el secretario de la comisión de Ecología y Medio Ambiente, concejal Francisco Baggio, a quien posteriormente muchos de los medios rebautizarían como “Adolf Baggio”. La matanza se iba a realizar durante los 5 años posteriores a la toma de tal drástica medida. Y como era de esperarse, numerosas organizaciones defensoras de animales junto con la población se hicieron oír en distintos puntos del país, argumentando que “el perro es un mínimo eslabón en esta cadena, ya que la leptospirosis se combate luchando contra los roedores, las aguas contaminadas, la falta de higiene y con ayuda sanitaria”.
Finalmente la medida dio marcha atrás y “no se tocó un perro”, según lo aseguró Alfieri desde la Dirección de Zoonosis y Vectores.
Es así que se siguen observando hoy una gran cantidad de perros vagabundos en la ciudad de Neuquén, al punto de habitar prácticamente cada una de las cuadras, que parecieran estar custodiadas por estos animales.
Desde el Centro Veterinario Patagónico aseguran que una solución a la superpoblación canina, a los accidentes y a los ataques que involucran a estos animales, sería la castración masiva tanto de machos como de hembras, junto con la concientización de las cada una de las personas, proponiendo abordar el tema incluso en las aulas de cada escuela. “A veces la persona tiene la garita de castración en la esquina de su casa y no lleva a su perro”, comenta Galera.
Responsabilidad y concientización, dos palabras con las que la sociedad está en deuda, pero que parecen ser la clave de esta cuestión que muchas veces se convierte en un problema que aqueja a gran parte de la población en nuestra ciudad, en donde, más que el policía, se puede postular la (irónica) idea de “el perro de cada esquina”.
Albertino Dolce
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