Una estudiante de periodismo distinta al resto. El perfil quizás menos imaginado en una joven de apenas 22 años que aspira a llegar a lo más alto en el mundo de los medios gráficos a base de esfuerzo, dedicación y compromiso con su carrera. Hoy conocemos el otro lado de ella, aquel que saca a la luz todas esas cosas que desde hace tiempo sus compañeros y personas cercanas quieren conocer. De apellido libanés, pero nacida en Neuquén, Yessica Chaar nos revela una parte de lo que para muchos es una “vida misteriosa”.
Desde chica Yessica comenzó a sobresalir en el ámbito académico, primero en la escuela primaria: “en la primaria fui segunda escolta de la bandera provincial, y en la secundaria fui segunda escolta también de la nacional”. Tal vez comenzaría en esta etapa a jugarle alguna que otra mala pasada su carácter introvertido a la hora de entablar relaciones con sus compañeros, acerca de lo cual ella manifiesta haber sido toda su vida una persona tímida. “Los amigos que tengo fuera del instituto (el Panamericano, donde cursa sus estudios de la carrera de periodismo) son más que nada de la secundaria; y ellos me conocen así y ya saben cómo soy, ya están acostumbrados. Ni siquiera bromean ni nada de eso conmigo”.
Respecto de sus compañeros del Instituto Panamericano, a quienes conoce desde hace menos de dos años, Yessica asegura: “yo soy reservada, ya soy así, y ellos piensan que soy tímida y por ahí se confunden un poco”.
A su vez, esa cualidad de ser una persona introvertida, Chaar lo señala como un defecto pero una virtud al mismo tiempo: “por ahí soy demasiado tranquila, y eso no se si es tan bueno, pero también puede ser una virtud, porque la paciencia es algo bueno, y si me tengo que comparar con otras personas, la verdad es que soy bastante paciente, cosa que a muchos les cuesta”.
Y aunque Yessica no tuvo miedo en enfrentar el mundo con su personalidad reservada, señala que esa forma de ser ha sido en ocasiones un obstáculo, donde comenzaría a encontrar limitaciones a la hora de encontrarse frente a situaciones cotidianas como asistir a una fiesta, pero asegura que le importa poco lo que piensen los demás. “Antes, cuando era más chica, me importaba lo que pensaba el resto. Cuando entré a la secundaria dejó de interesarme, y ahora sinceramente no me importa en absoluto lo que piensen los demás”.
Quizás esa forma de sepultar los pensamientos y prejuicios ajenos fue el refugio que encontró Yessica en el estudio, lo que le valió sus reconocimientos de segunda escolta en las banderas, y más tarde la posesión del mejor promedio de su aula (hasta el día de hoy) a lo largo del cursado de periodismo.
Curiosamente fue extraña la manera en que entró a esta carrera: “yo pensaba estudiar historia, pero un día encontré el papel donde están todas las materias de periodismo, de la Universidad del Comahue, y me interesó. Entonces en ese momento me di cuenta que eso era lo que quería estudiar”.
Y claro que cuando uno piensa en el periodista clásico, acude a la imagen mental de una persona que está todo el tiempo en contacto con los medios, que transporta información de un lado a otro y, a lo mejor, que habla frente a una cámara. Todas esas imágenes probablemente no sean las mejores amigas de Yessica Chaar, sin embargo ella enfrenta esa condición, y asume más responsabilidad aún a la hora de pensar en su futura profesión: “yo sabía que la carrera se trata de eso, y que tenés que aprender a comunicarte con todos, pero quise estudiar igual porque siempre supe que era cuestión de pasarlo. Sabía que me iba a costar, pero el primer paso era intentarlo. Hoy estoy muy conforme con lo que hago, estoy abocada a mis estudios y espero poder trabajar en la prensa gráfica el día de mañana”, termina diciendo esta joven, que no pierde tiempo en proyectar las cosas, que simplemente deja que sucedan y se concentra en lo único que la mantiene hoy en vigilia: transitar su carrera ignorando los prejuicios para llegar a ser esa periodista con la que tanto ha soñado.
Por: Tino Dolce
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